El sonido de la enfermería

¡Hola de nuevo!

Después de un mes interminable donde he sufrido un seguido de contratiempos informáticos y he disfrutado de muy pocas horas de sueño, he hecho una pequeña cura. Cura de sueño en plan bien y cura informática en plan supervivencia (añadir que estudiar y trabajar quita muchas horas).

Pero bueno... ¡aquí estamos de nuevo y para celebrarlo os dejo una nueva entrada antes de acabar el año!

Hay personas que son grandes profesionales a nivel técnico, muy valiosas a nivel social, es decir, son garantes como referentes de la imagen de la enfermera tipo “deseable”, pero todo el mundo tiene defectos y lo peor que se puede hacer es no aceptar su existencia.

Para ser una enfermera realmente envidiable y admirable se debe ser también una muy buena docente. No es necesario dedicarse profesionalmente desde un marco puramente académico pero sí es condición sine qua non para el buen porvenir de la profesión que lo sean a nivel profesional como docentes no-académicas, es decir, a nivel asistencial, a nivel de gestión, a nivel de educadora en salud...

La enfermería, sencillamente, va de personas. La base de toda la enfermería, de todo el arte de cuidar, es la capacidad de conectar con otras personas y la calidad humana con la que alcanzamos este objetivo.

¿Y cuál es la cualidad, la base, para conseguir todo esto? Simplemente: la comunicación.

Me gustaría plantear un paralelismo que, personalmente, pienso que transmite perfectamente lo expuesto y que es muy cercano a dos de mis pasiones más preciadas.

La música es la magia del sonido, es aquello capaz de mostrarnos todas las variantes del sonido y la capacidad de éste de transmitir tantas y tantas cosas a pesar de hallarse desde sus orígenes en constante evolución.

La enfermería, por su parte, es la magia del cuidar, y el cuidar es nuestro sonido. Somos nosotras, las enfermeras, quienes hemos de garantizar que la enfermería sea visible, revolucionarla, romper con todo lo establecido, como tantas otras enfermeras hicieron en el pasado, y convertir la enfermería actual en la enfermería del mañana, que deberá ser reconvertida por todas aquellas enfermeras que vendrás detrás nuestro.

Para poder hacer esto es importante que las enfermeras de hoy estén dispuestas a enseñarnos, a dejarnos ser un poco enfermeras durante unos días, mientras dura nuestra formación académica, por ejemplo, durante uns prácticas clínicas, del mismo modo que nosotras, enfermeras y enfermeros en formación, debemos estar dispuestas a abrirnos, a aceptar los nuevos entornos, a los nuevos compañeros, a los nuevos pacientes, y luchar por lo que queremos con la herramienta más básica que existe: la comunicación, que es la vía de interacción que hace que todo se armonice.

Sin esto, no podremos evolucionar y serán quiénes nos forma las responsables de que la profesión sufra baches y avance lastrada, y nosotras el lastre a arrastrar, en vez de fluir como hace el sonido cuando la música lo interpreta.

Seamos el instrumento del cuidar y hagamos que la enfermería fluya, con armonía, con magia y con la cabeza bien alta e irreverente ante todo aquello que pretenda frenar o entorpecer que crezca y se expanda más y más allá, hasta ocupar el mañana.

Sed felices y que tengáis todas y todos una buena salida de año y una mejor entrada al 2018.

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