¿Cuestión de género?

A raíz de un hilo abierto en Twitter por @EnfdeUrgencias recupero de nuevo un tema que ya toqué en su momento y que podéis leer en otra entrada anterior en este blog (aquí el link: Carta a los que no aceptan).

A partir de aquí, me gustaría tocar el tema desde una perspectiva menos emocional y más pragmática.

Vayamos pues por partes, como decía el bueno de Jack el Destripador. Como ya he dicho antes, esto surge a partir de un hilo iniciado en Twitter en el que se plantea qué se puede hacer cuando un paciente se niega a ser atendido, no por razón de capacidad profesional si no por razón de género. Pues bien, esto, desgraciadamente, sucede y muchas más veces de las que debería acontecer.

Imagen vía: https://twitter.com/nurseemoji


Para abordar este caso me gustaría desgranar la situación actual desde distintos puntos cardinales, con lo que además podré también comentar otro aspecto (que es el que rige de base toda esta problemática) para tratar de dar respuesta al problema que nos ocupa.

En primer lugar decir que en el sector sanitario trabajan muchísimas personas, tanto hombres como mujeres, y soy plenamente consciente de que reducirlo todo a médicos y enfermeras (sí, he usado el masculino en el primer caso y el femenino en el segundo) es un error típico y al mismo tiempo un planteamiento erróneo de base, pero la idea es focalizar en el equipo de medicina y el equipo de enfermería, para simplificar y hacerlo más fácil de entender.

Primero: Si bien no es un error decir que la medicina es una profesión mayoritariamente masculina, sí lo es decir que las mujeres tienen un papel circunstancial y de poco peso en ella. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (en adelante, INE) de 2017, en el año 2015 había 242.840 médicos colegiados, de las cuales un 49,1% eran mujeres, es decir, prácticamente la ratio estaba ya al 50-50, y personalmente soy de la opinión de que muy probablemente a fecha de hoy, el porcentaje mayoritario ha dejado de ser el de hombres.

Segundo: En el lado opuesto de la balanza tenemos a las enfermeras, dónde los hombres tenemos una presencia meramente "anecdótica". Los datos del INE, en el mismo documento, cifran la cantidad de enfermeras colegiadas en 284.184, con una presencia femenina del 84,2%. Es decir, de todas esas enfermeras, aproximadamente 44.901 son hombres. Si somos simplistas podemos decir que de cada 10 enfermeras, una y media será un hombre y el resto mujeres, aunque estos datos apuesto que a fecha de hoy han vuelto a variar y, si bien la enfermería sigue siendo una profesión mayoritariamente femenina, el porcentaje de hombres que se dedican a ella muy probablemente haya aumentado en estos últimos años.

Imagen vía: https://blogs.20minutos.es/yaestaellistoquetodolosabe/de-donde-surge-el-mito-que-dice-que-hay-varias-mujeres-por-cada-hombre/

Tercero: No es posible cuantificar los datos sobre TCAE's (para mi son una parte imprescindible del equipo de enfermería) aunque seguramente podría existir cierto paralelismo con los datos expuestos en el punto anterior.

Estos son los datos, aunque existen muchos más factores que pueden influir, y de hecho influyen, para que éstas, según mi opinión, desgraciadas situaciones sigan dándose.

Es bien sabido que la educación y la cultura tienen una gran influencia en la manera de ser, de actuar y de entender la realidad para cada persona, pero este aspecto debe tratarse con mucho cuidado y mucha precaución pero al mismo tiempo con grandes dosis de coherencia.

La sociedad en la que vivimos sigue manteniendo en la mente de gran parte de la población, y para nuestra desgracia, una visión del sistema sanitario que se sustenta en dos pilares básicos: la visión biomédica y el sistema paternalista. En muchos casos se excusa esta manera de ver y entender nuestro sistema alegando que esta es la visión de la "gente mayor", que han sido educados de otro modo y han vivido y crecido en otros tiempos y claro, esto no tiene solución...

Imagen vía: http://www.abc.es/fotos-ciencia/20110208/tener-dudas-acerca-interes-1401073488842.html

Pocas mentiras pueden ser tan grandes y evidentes como esta. De una parte, el problema es mucho mayor que esto puesto que esta visión la tienen miles de personas y de todos los rangos de edad posibles, y por el otro lado cabe añadir que si esta "gente mayor" ha sido capaz, en muchos casos, de saber adaptarse al uso de dispositivos de telefonía móvil y de aplicaciones de mensajería instantánea o de juegos para combinar caramelitos, no acabo de ver dónde reside la dificultad en entender que, aunque a una velocidad estrepitosamente lenta, afortunadamente nuestro mundo y nuestro entorno avanza y se va cerciorando de que tanto hombres como mujeres somos válidos para desempeñar cualquier profesión y que aquello que nos limite jamás ha de ser ni será el género. ¿El problema aquí? La lentitud con la que esta realidad se hace un hueco en el pensamiento y en la cultura social, lo cual provoca que todavía muchas mujeres deban seguir reclamando por unos derechos que son inherentes a todo ser humano pero que tiempo atrás les fueron arrebatados.

Estos son los conflictos que se plantean si observamos esta situación desde fuera pero, ¿qué es lo que pasa cuando lo valoramos desde dentro de la profesión?

Pues simplemente que seguimos teniendo un problema pero es, todavía si cabe, aún más grave que visto desde fuera.

No es lícito, se mire por donde se mire, que por comodidad, por no querer escuchar quejas o por cualquier otro motivo, sea el que sea, se acepten este tipo de reclamaciones o exigencias por parte de un usuario o usuaria del sistema de salud, en ningún caso.

Cuando un paciente hombre dice que no quiere ser atendido por una mujer, ¿cuál es la justificación que da para argumentar esta negativa? Y lo mismo sucede cuando una paciente se niega a ser atendida por un hombre.

Naturalmente que existen excepciones pero siempre y cuando sean motivos lógicos, coherentes y que no zozobren con tan solo plantearlos, pero éstos tienen muy poca presencia. Son demasiado poco habituales, prácticamente anecdóticos diría yo, y aquí los culpables de que esta situación se perpetúe somos nosotros mismos, las y los profesionales del sector sanitario, que somos quiénes ante situaciones como éstas, en vez de defender al compañero o compañera afectados, justificamos al paciente y nos sobrecargamos con más trabajo (mediante lo cual existe un riesgo de reducir nuestra calidad asistencial), dando la razón a una exigencia sin sentido y ninguneando a nuestras compañeras.

En resumen, y con esto zanjo esta entrada, cuando asisto a un centro de salud como profesional voy a ejercer mi labor que es la de cuidar y tratar a cualquier persona que lo requiera, sin importarme en ningún caso su género (y por supuesto tampoco sus creencias y origen, sean los que sean) y cuando lo hago como usuario, mi única preocupación es encontrar profesionales de la salud y no exclusivamente a hombres o a mujeres, según los pudores o deseos de cada uno.

Salud!

Comentarios

  1. Hola, que tal, he pensado para auxiliar de enfermería y di hace poco con esta web https://cursos-gratis.com.es/c-fp-auxiliar-de-enfermeria y quería saber que de estudiar a distancia Que opinan?

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